sábado, 4 de abril de 2009

Según el artista Cildo Meireles "toda autoría limita la potencialidad de una pieza". Para él, el receptor es la parte más importante de la cadena artista-obra-espectador. Es la razón por la que un trabajo fue hecho.
Si esta idea la comparamos con las críticas de Edmond y Jules Goncourt, para quienes "un cuadro en un museo es, posiblemente, el que tiene que escuchar más tonterías en todo el mundo", vemos que esta oposición de ideas puede estar marcada por la diferencia en los momentos históricos en las que se citan. Para los hermanos Goncourt, sumergidos en el naturalismo más descriptivo, la idea de dejar algún detalle y no mostrar al receptor la exactitud de la obra puede que les lleve a la conclusión de que es solamente el autor quien marca el sentido de ella. Opuestamente, Cildo Meireles, artísta contemporaneo, defiende que el sentido de la obra está al final del proceso artístico, es decir en el receptor. La pieza debe quedar abierta a multitud de lógicas.
Mi opinión no es tan extrema, ni hacia un lado u otro. Pienso que el artísta es el que realmente impone la problemática, y si transmite la idea y coincide en el receptor, ha conseguido comunicar su trabajo, aunque siempre dejando algún camino abierto a otra interpretación partiendo de la oferta que propone el autor.

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